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Buen día, miserables.

Hoy finalmente retiré del servicio las dos últimas lámparas fluorescentes compactas que había en mi casa--mientras todavía les queda algo de vida útil, porque soy una vieja sensiblera y no las quiero guardar ya muertitas.

Fueron unas lindas décadas, y una tecnología disfrutable para nosotras las enfermitas. Después de los años de laburo que insumió adaptar tubos plegados al formato requerido y construir bases que incluyeran un balasto, en su versión original magnético, que las hacía pesar arriba de medio kilo sumado al grueso vidrio difusor, y desde fines de los ochentas en adelante electrónico (pero miren la bestia que fue al principio, con un capacitor electrolítico grueso como un dedo), se llegó a productos razonablemente eficientes y longevos si no se los maltrataba.

Pero esa parte la explica mejor el gordo de "Technology Connections": youtube.com/watch?v=_AdBcTMHG0…

Me limitaré a contemplar en mi mente cada uno de los desarrollos que culminaron en estos objetos de complejidad decididamente moderada para nuestra época, pero demencial para cualquier artesano o ingeniero de principios del siglo XIX. (Sí, cuando se estaba aún desculando la electricidad. Buena época.)

¡Brindo por la feliz jubilación de quienes me iluminaron por tanto tiempo!

Y no teman encariñarse con las herramientas que nos han servido. Es bueno ser agradecidos en la vida.